¿Medimos bien la desigualdad? La brecha de ingresos se reduce, pero el malestar permanece

Redacción
By Redacción
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¿Medimos bien la desigualdad? La brecha de ingresos se reduce, pero el malestar permanece

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Los datos sobre desigualdad llevan un tiempo mejorando. En España, el índice de Gini volvió en 2023 a niveles que no tenía desde 2004, antes de la crisis financiera global. El indicador también ha mejorado en Irlanda, Polonia o Eslovaquia, por citar solo los países europeos donde la desigualdad se ha reducido más en la última década. Una tendencia que se confirma para el conjunto formado por los ciudadanos de los 27 países de la Unión y hasta para Estados Unidos, donde las transferencias federales durante la pandemia lograron que la desigualdad cayera más de un punto en 2020, un nivel de avance que no se veía desde que en los años ochenta Ronald Reagan inauguró cuatro décadas de desigualdad creciente con sus recortes de impuestos a los hogares de mayores ingresos. Todas estas buenas noticias, sin embargo, no calan en el ánimo de los ciudadanos, que siguen pensando que las diferencias de rentas aumentan. ¿Por qué?

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Un viaje por la España democrática

Los primeros datos fiables de desigualdad en España son del año 1973, cuando se inauguró la Encuesta de Presupuestos Familiares. Aunque los índices cambiaron relativamente poco en aquella década de transformaciones, la transición democrática en España propició el desarrollo de instrumentos de protección y servicios públicos como la sanidad, la educación y el sistema de pensiones. “Una etapa que culmina con una reforma fiscal en la que se introducía la imposición fiscal progresiva en el impuesto sobre la renta”, explica el catedrático de la UNED Luis Ayala. “Aunque el desempleo creció mucho por la crisis energética se pudo compensar gracias a estos nuevos gastos sociales”.
Los años ochenta sí fueron un periodo más claro de reducción de desigualdades, dice Ayala, porque los dos procesos imprescindibles se dieron al mismo tiempo: más empleo y más gasto social. “Con solo uno de los dos ingredientes, no alcanza”, explica. “Aunque la tasa de paro no bajaba del 15%, la incorporación a la Unión Europea supuso una gran llegada de inversiones que se combinó con un esfuerzo importante en el gasto social, universalizando servicios como la sanidad o la educación, de efectos muy redistributivos, creando la pensión no contributiva y desarrollando mucho más los subsidios de desempleo”.
Un periodo de crecimiento económico y reducción de desigualdad que se interrumpió con la recesión “breve pero intensa” tras los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, aumentando la desigualdad y el paro en los dos o tres años que duró. En opinión de Ayala, la recuperación posterior contó con uno solo de los dos ingredientes: mucho crecimiento económico y del empleo, pero sin grandes políticas redistributivas, “por lo que la desigualdad disminuyó muy modestamente”. 
El aumento en empleos precarios y de bajos salarios que caracterizó a esa etapa fue parcialmente responsable, dice, de los incrementos drásticos de desigualdad que se registraron tras la dramática crisis de 2008, llegando en 2015 a uno de sus máximos. A partir de entonces se inicia el nuevo periodo de crecimiento, truncado puntualmente por un aumento coyuntural de la desigualdad durante la pandemia. “A partir de 2021 sí que estamos notando una reducción importante de las diferencias de renta que es fruto de un proceso de creación de empleo con mayor gasto social”.